La ausencia de algo o alguien puede generar ciertos conflictos emocionales o existenciales, no nos damos cuenta de manera consciente pero nuestra forma de actuar o los sentimientos que expresamos siempre nos delatan, generalmente llamamos Soledad a esa ausencia.
La soledad puede ser relativa, estar solo físicamente, implica interactuar con mis pensamientos e ideas, con la conciencia y la imaginación, es donde los escenarios y situaciones no tienen límites ni restricciones, es ahí donde mi otro Yo toma la palabra para cuestionar, incomodar y la mayoría de las veces ver la realidad, puede ser irónico, pero en muchas ocasiones estar solo es donde más acompañado puedo sentirme.
En la soledad veo tristeza y melancolía como consecuencia de la falta de los apegos a los que estoy acostumbrado, intento razonar, pero el vacío generado por estas relaciones no da tregua y termino cuestionando al mismísimo universo y al destino, como si yo fuera el centro de atención, como si fuera el único al que le está pasando.
La soledad puede ser un alivio, un respiro, un escondite, un momento para evadir responsabilidades, supuestamente un lugar seguro para desconectarme y maldecir lo mundano, donde puedo liberarme de expectativas y estándares y evitar las imposiciones sociales sin importar lo egoísta que me pueda ver.
La soledad está debajo de un árbol, en una reunión de trabajo o en el mismísimo apogeo de un festival, se puede considerar necesaria o irrelevante, demoledora o complaciente, pero por más negativa que parezca la situación o las circunstancias, la soledad nunca debe convertirse en tragedia.